lunes, 3 de noviembre de 2008

Acto III ( o la absurda manía de contar el tiempo)



No te puedo ver, hoy no, pero siento que estas mirandome. Desde una ventana con vistas al resto del mundo, a un planeta lejano al tuyo.

Temí por un momento que te encerraras en una burbuja infranqueable, recubierta de hormigón, y que nunca más podría volver a oir un poquito de tu alma.


Pero ese miedo es pasajero,
y ahora se lo tonta que he sido al plantearme, siquiera por un momento,
que tú pensarías en la derrota.


Áhí estas, cabezota y fuerte, como siempre has sido,
de palabra justa y acertada, buscando
siempre la razón de los problemas
para arrancarla de cuajo, transparente, de sonrisa perenne...
Sé que por mucho que sorprenda, vas a seguir apoyando la bola del mundo para que no se derrumbe,
que la sonrisa nunca se volverá caduca,
porque seguirá habiendo millones de motivos a los que dedicar millones de carcajadas,
y cuando se nos agoten, inventaremos otros nuevos,
y cuando nos cansemos, aparecerán sin llamarlos.


Por esas ganas de vivir, es por lo que me parece absurdo contabilizar el tiempo.


Cuántas horas, dias, semanas enteras...hemos desperdiciado todos, sumidos en la patética rutina y cedidos ante su peso. Y cuántos pequeños momentos nos han hecho felices... una décima de segundo de felicidad, es lo que dura un pequeño detalle...


Señores...empecemos a no medir el tiempo por su cantidad, sino por su calidad. Aprendamos que la felicidad se encuentra en el conjunto de las pequeñas cosas que definen una vida.



Esto es lo que tú me has enseñado. Y ahora lo entiendo todo.


Un abrazo de quien tambien te mira desde esta ventana.


...


No hay comentarios:

Publicar un comentario